El ejercicio físico puede ser uno de los culpables de que una persona entre en un proceso de deshidratación. Esto es así porque las pérdidas de agua y sales minerales aumentan con la actividad física, más aún dependiendo de ciertos aspectos: las condiciones ambientales (temperatura, humedad y viento) estado físico previo (nivel de entrenamiento), intensidad y tipo de ejercicio. Cualquier actividad física por moderada que sea produce la eliminación de cierta cantidad de líquidos y sales minerales además de un consumo energético
Por este motivo es necesaria la ingesta de líquidos y aconsejable el aporte de azúcar y sales minerales para el correcto funcionamiento de la actividad muscular, como recoger el documento de consenso “Consejos de hidratación con bebidas con sales minerales e ingesta recomendada en los procesos de rehidratación y deshidratación leve”, elaborado por la Asociación Española de Gastroenterología, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y la Sociedad Española de Patología Digestiva.
Es muy aconsejable el consumo de líquidos sin esperar a tener sed, ya que la disminución de la sensación de sed en las personas mayores es una de las principales causas de deshidratación. Para evitar precisamente la deshidratación de los mayores es mejor tomar con frecuencia bebidas en pequeñas cantidades que insistir en la ingesta de grandes volúmenes de líquidos.